miércoles, 8 de abril de 2020

PANDORA y su peligrosa caja

Cuenta una de las versiones de este mito que los dioses quisieron castigar a los hombres (no era la primera vez, ni sería la última) por su soberbia. Así, decidieron dar forma a una criatura adornada con todos los dones a la que llamaron por ello, PANDORA. La enviaron al mundo de los humanos con una caja que no debía abrir. Por supuesto, la curiosidad pudo más que la obediencia debida a sus creadores y Pandora la abrió. Sólo un poquito... lo suficiente para que por la minúscula abertura escaparan todos los males y se esparcieran por el mundo: la enfermedad, la ignorancia, el sufrimiento... Pandora, horrorizada, cerró rápidamente la caja, pero ya solo pudo conseguir que permaneciera en ella la esperanza.
En momentos como este, conservemos el contenido de la caja como un tesoro de valor incalculable.
Os dejo un poema en el que alguien nos envía un paquete...
W.Crane, 1910
¡NO LO ABRÁIS SI EL REMITENTE ES PANDORA!



  AVISO DE CORREOS   (Aurora Luque)

Llamarán a tu puerta una tarde cualquiera.
Y no se sabe quién habrá dejado
en el suelo un paquete para ti.
MUY FRÁGIL, dice el dorso. Lo remite Pandora.
Albergue de montaña en el Olimpo,
Grecia la Vieja.
Sí, parece su otra caja
la caja fascinante, la olvidada,
la que nunca abrió nadie,
la que escondía el Tiempo en algún zulo,
la que cruzara intacta por los mitos,
la que nunca extrajeron los viejos arqueólogos
ni indagaron los más serios poetas
y que –mira por dónde-
aparece en tu puerta inesperada.
Contiene la mordaza, ya suelta, de Pandora,
venenos para dar a las palabras
que usurparon el trono tantos siglos,
ese brillo del no,
el cinismo de Hermes,
hondas para romper los espejismos
de las formas dañinas del amor
y palabras vibrantes y fresquísimas
dispuestas a pisar, como gacelas,                                                                        
las lenguas gangrenadas e inservibles.
 (Algo queda en el fondo. No lo mires.
Cuídate de Pandora: es el olvido).
Si llaman a tu puerta cualquier día
si traen un mensaje de muy lejos,
mira la dirección del remitente
porque a veces los dioses, caprichosos,
rectifican el mundo en cajas nuevas.