jueves, 9 de junio de 2016

MARY BEARD Y EL CINCUENTENARIO DEL JIMENA



Estimada Sra. Beard:
Hemos recibido con gran alegría su elección como premio Princesa de Asturias de Humanidades, no solo por el merecido reconocimiento a su trabajo, sino también porque con él se contribuye a poner un muy necesario foco de luz sobre el mundo clásico: Grecia y Roma, el latín y el griego existen y se valora su estudio. O, al menos, se ha valorado a alguien que dedica su vida a su estudio y difusión. Su entusiasmo, su sentido del humor y su facilidad para difundir con amenidad y rigor asuntos antiguos, pero siempre actuales y vivos, no habrán sido los argumentos de menos peso que el jurado habrá tenido en consideración.
Como quizá sepa, en España, las continuas reformas educativas no han conseguido mejorar la situación de la enseñanza, (francamente, tengo serias dudas de que ése fuera el objetivo de cualquiera de ellas) sino más bien lo contrario, pues han contribuido todas ellas a aumentar desconfianzas y añadir incertidumbres.
En lo que a las lenguas clásicas atañe, hace ya años que subsisten solo como materias siempre optativas y en una situación tan precaria que suelen estar al albur de la voluntad de equipos directivos y miembros de la administración. Generalmente, si mantenerlas no supone inversión en personal, no molesta a nadie y no complica los horarios, se mantienen; en otro caso, dependen a menudo de la "sensibilidad" de quienes los elaboran. En efecto, en muchas ocasiones ocupan cargos decisivos en la enseñanza, aquellos que fueron alumnos de un sistema educativo en el que las lenguas clásicas ya estaban tan esquinadas que ni habían reparado en su existencia. ¿Cómo se va a valorar lo que se desconoce? ¿Quién va a defender aquello cuya existencia ignora?
Por eso, Sra. Beard, me parece muy importante que se le haya otorgado este premio. Nuestro instituto celebrará a comienzos del curso próximo, su cincuentenario. Fue inaugurado hace ya diez lustros para acoger solo a niñas; entre las asignaturas figuraba entonces alguna referida a labores del hogar (algo que no aparecía, claro, en los centros de alumnado masculino) y la fachada exhibía sin remedio, los obligados símbolos franquistas. Pero también supo convertirse en un centro con grandes logros en competiciones deportivas y elevada calidad en los estudios que se impartían. Aquí se hacían obras de teatro y exposiciones, viajes de estudios que merecían tal denominación y se proyectaban películas, se utilizaban medios audiovisuales …
Tempus fugit. Han pasado 50 años. Ya no hay un águila en la fachada ni labores del hogar en el curriculum, pero el instituto Doña Jimena sigue aquí, ahora con chicos y chicas de procedencias diversas ( hay más de 20 nacionalidades conviviendo en estas aulas), confiando en que lo que sucede cada día en su interior contribuya a mejorar en alguna medida el exterior. Y algunos seguimos pensando que el latín y el griego tienen mucho que aportar en esa tarea.
Quizá el hecho de que usted, experta conocedora de la vigencia permanente de la Antigüedad clásica y profesora respetada e influyente, venga a Asturias justamente el año en que este instituto cumple 50 años de vida, no sea una casualidad, sino un motivo perfecto para que alguien vuelva a mirar al griego y al latín como lo que siempre han sido: dos pilares básicos en cualquier formación de calidad.
¡Enhorabuena, Sra. Beard!  Y gracias por compartir sus conocimientos, por contagiar su entusiasmo y por ilusionar a tanta gente que se ha acercado bajo su influencia, al maravilloso mundo de la Antigüedad clásica para comprobar cuán cerca continúa.