En momentos como este, conservemos el contenido de la caja como un tesoro de valor incalculable.
Os dejo un poema en el que alguien nos envía un paquete...
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W.Crane, 1910 |
AVISO DE CORREOS (Aurora Luque)
Llamarán a tu puerta una tarde cualquiera.
Y no se sabe quién habrá dejado
en el suelo un paquete para ti.
MUY
FRÁGIL, dice el dorso. Lo remite Pandora.
Albergue de montaña en el Olimpo,
Grecia
la Vieja.
Sí, parece su otra caja
la caja fascinante, la olvidada,
la que nunca abrió nadie,
la que escondía el Tiempo en algún zulo,
la que nunca
extrajeron los viejos arqueólogos
ni indagaron los más serios poetas
y que –mira por dónde-
aparece en tu puerta inesperada.
Contiene la mordaza,
ya suelta, de Pandora,
venenos para dar a las
palabras
que usurparon el trono tantos siglos,
ese brillo del no,
el cinismo de Hermes,
hondas para romper los espejismos
de las formas dañinas del amor
y palabras vibrantes y fresquísimas
dispuestas a pisar, como gacelas,
las lenguas gangrenadas e inservibles.
(Algo queda en el
fondo. No lo mires.
Cuídate de Pandora: es el olvido).
Si llaman a tu puerta cualquier día
si traen un mensaje de muy
lejos,
mira la dirección del
remitente
porque a veces los dioses,
caprichosos,
rectifican el mundo en cajas
nuevas.