miércoles, 10 de febrero de 2021

Safo did that

-¡Eso es un amarre!

    Dijo una alumna de 4º ESO al escuchar la lectura del poema de Safo Inmortal celeste, de adornado trono… en clase de Cultura clásica. Algunas compañeras asentían con la cabeza y mostraban interés por anotar palabras del poema para luego buscarlo en internet y utilizarlo. Sí, “utilizarlo”.

 -Ay, madre, qué será eso de “amarre”, pensó la profesora y al final de la clase les preguntó. La profe creyó entenderlas y le hizo gracia que quisieran usar un poema de Safo como algo que está de moda. Safo siempre está a la última, pensó toda orgullosa de tener una clave antigua para sus modernas discípulas.  

    Otro día volvió a salir Safo, “¡la del amarre!”, y algunas compañeras le preguntaban a otra si había funcionado. Ésta asentía y, bajo la mascarilla, se apreciaba la sonrisa que le achinaba los ojos. 

-Qué curioso.- Pensó la  profe extrañada de tanto interés y, en cuando tuvo un ratito fuera de clase, tecleó en google: “amarre”. Salió el sintagma “amarre de amor”, asociado a palabras como “videntes, brujería, vudú”. ¡Horror!

    Quedó preocupada por una involuntaria pero posible incitación a la magia negra, pero siguió leyendo y encontró que “amarre” no es necesariamente algo malo sino también bueno, uff, algo así como la magia blanca que tiene un poema cuando se hace necesario, cuando expresa justo lo que sientes y lo hace de manera tan bella que se adhiere a ti y se queda pegado. Como decía el cartero de Pablo Neruda: “La poesía no es de quien la escribe sino del que la necesita”. Y estas chicas necesitaban a Safo, se conoce, para expresar ese anhelo de que la persona que te gusta te haga caso, mucho caso, y tradujeron todo el poema en una palabra: “Amarre”. Y pensó en regalarle el poema a toda la clase por San Valentín. No en vano -pensó la profesora- "lo mejor que ha dicho el hombre, lo ha dicho en griego".

Fragmento de una ilustración del libro Grecomanía

 

    Pero una tarde de los primeros días de febrero, mientras la profe miraba relajadamente el tuíter en su móvil, se le apareció de repente esto: 

 

Tuit de @mnemosxne_ 

    Y pensó en sus alumnas: 

-Una joven desconocida ha resumido un bellísimo poema que tiene dos mil seiscientos años en un tuit del siglo XXI y le ha quedado encantador. Otra muchacha que ha extraído la savia de las palabras de Safo, las ha entendido, se ha identificado con ellas y las ha devuelto reinterpretadas a su modo. Sin complejos. Como mis alumnas. ¡Bravo por ellas!

    Y llevó el elocuente tuit a sus clases de Griego. Y, sin poder ver las caras protegidas, sintió la sonrisa de aprobación en las arruguitas de los ojos de sus alumnos. Y leyeron en voz alta el original, despacito, haciendo suyo el poema inmortal.

    La profesora ya no sabe qué llevar a clase de Cultura clásica por San Valentín, si Inmortal, celeste, de adornado trono  o Unos dicen que una tropa de carrosPero lo que sí sabe es que, con suave dulzura de antigua experta, Safo la ayuda y le hace parte del trabajo.

                                                                                          Esther Castro


 

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