sábado, 15 de febrero de 2020

PARA OLGA


Es la docencia una profesión dura. Dura por muchos motivos, pero nunca tanto como cuando se pierde a un alumno.
Se siente un dolor agudo, profundo, sin consuelo posible. Un dolor físico e irreparable.
Olga era noble, generosa, leal... Era buena, sin que se necesiten más calificativos para describirla. Siempre dispuesta a echar una mano, a mantener el grupo unido, a colaborar en todas las iniciativas.
¿Recordáis las fotografías ataviados de romanos, el teatro, las lecturas, la fiesta en el Olimpo...? Pues sigamos recordando a Olga así: feliz, ilusionada. Riendo y bailando. Con nosotros.

Es la docencia una profesión maravillosa. Maravillosa por muchos motivos, sobre todo cuando da la oportunidad de convivir con personas como Olga y como sus compañeros de aquellos años fantásticos, que no han dejado en nuestro recuerdo más que satisfacciones, sonrisas y cariño.
Ayer, en su funeral, algunas amigas comentaron su único defecto: ser demasiado sensible. Quizá lo fuera para este mundo y por eso ha tenido que encontrar un sitio mejor.
Disfruta ahora de ese otro Olimpo, Olga. Gracias por el tiempo que nos has regalado. Eres un ser lleno de luz. Siempre lo has sido.

 Hoy más que nunca... Pax et Lux.


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