Acabáis 2º de bachillerato y os vais del instituto hacia un nuevo destino. Yo acabo este curso y hago lo mismo. Inicio un camino que, como el vuestro, confío en que esté lleno de experiencias agradables y de nuevos retos que compartir, a partir de ahora, con mi familia y mis amigos. Tengo muchísima suerte al contar con ellos. Nos queremos, nos cuidamos unos a otros y nos va bien. Os deseo la misma fortuna.
Solo por esta vez, y a modo de despedida, voy a pediros que me permitáis contaros una anécdota personal:
Siendo alumna en este mismo instituto, un anciano profesor de latín, don Saturnino, empezó a preguntar por orden de lista el participio de perfecto de un verbo que no recuerdo. Nadie daba la respuesta correcta y la expresión de don Saturnino iba cambiando de la extrañeza a la decepción (el enfado no cabía en él); cuando se acercaba mi turno miré con disimulo el apéndice gramatical de mi diccionario y respondí correctamente. El profesor sonrió aliviado y me felicitó. No tuve valor para sacarlo de su error, pero ese halago inmerecido me marcó enormemente. No importaba que solo yo supiera la verdad; de hecho, eso era lo peor. Desde entonces trabajé mucho para que algo así no se repitiera, al menos, no en la medida que dependiera de mí. Así que podéis imaginaros que ya no hubo verbo que se me resistiera... ¡ardua empresa, como bien sabéis!.
Permitidme, pues, daros un pequeño consejo: sed honestos siempre con los demás, pero sobre todo con vosotros mismos. Dormiréis mucho más tranquilos. Esa es, al menos, mi experiencia.
Os queda por delante una vida compleja; no os lo hemos puesto nada fácil. Confío en que lo que habéis aprendido en esta etapa en el instituto os ayude a avanzar. Y no me refiero al temario de ninguna asignatura, sino a todo lo demás: a convivir, a compartir, a colaborar, a saber aceptar y prestar ayuda sin esperar nada a cambio. Si cada uno cuida su pequeña parcela, la que tiene alrededor, el mundo entero cambiará para mejor.
Esperaba poder despedirme de vosotros sin discursos, celebrando una especie de espicha (con refrescos y agua, eso sí) todos juntos en el Olimpo y, por una vez, sin hablar de la EBAU. Pero no va a poder ser. El coronavirus nos lo impide. Y sin embargo, este bicho nos ha enseñado también muchas cosas buenas, sobre todo a entender que dependemos unos de otros, que solos no somos nada y que la empatía y el respeto son nuestras mejores armas. Usadlas mucho y bien. Recordad que las cosas son necesarias, pero solo las personas son realmente valiosas. Todas ellas.
Sé que sois especiales: sois alumnos de Humanidades, sentíos orgullosos de ello, porque dudo mucho que haya palabra más hermosa: "Humanidad". Luchad por que mantenga su amplio significado: benevolencia, filantropía, cultura, civismo...Y en eso, en "humanitas", os habéis merecido la nota más alta: sobresaliente cum laude.
Salud y buen viaje.
Mª Luz
No hay comentarios:
Publicar un comentario