viernes, 12 de junio de 2020

EL ABRAZO PENDIENTE

Me jubilo ya y no voy a poder despedirme de vosotros en persona: este virus mutante salido de una mala película de ciencia-ficción  sigue condicionando nuestras vidas. Lo siento y, sin embargo, también es un alivio  porque no creo que pudiera deciros adiós manteniendo el tipo.Y no están los tiempos para andar diseminando por ahí lágrimas y mocos... ¡Si hasta deshacerse de un pañuelo de papel requiere un "protocolo" y puede que incluso un informe posterior!.

Fui alumna del Jimena cuando todavía era un instituto femenino. Conservo buenos recuerdos de aquellos años y me precio de contar aún hoy entre mis amigas a profesoras y compañeras de clase de entonces. No han tenido poca influencia en mi decisión de dedicarme a la enseñanza. Los años posteriores siguieron acercándome a maestros y amigos valiosos. En esto siempre he sido muy afortunada: he tenido y tengo alrededor a personas excelentes, sobresalientes en muchos aspectos, en el humano sobre todo. Ellas saben a quiénes me refiero y también el cariño incondicional que les tengo. Pero de ellas no tengo que despedirme porque seguirán ahí, acompañándome día a día, como mi maravillosa familia.

Sí me despido de vosotros, del Jimena. He trabajado mucho aquí y en mis anteriores destinos (solo 2: en el instituto de Villaviciosa y en el "Emilio Alarcos" de los que también guardo buenos recuerdos y amigos que perduran) y lo he hecho con la mejor intención y el mejor ánimo, esperando contribuir en algo al esfuerzo de todos. Han sido 37 años ( y muchas más de 500 noches). He disfrutado de las clases y de la colaboración con otros Departamentos. He intentado "sacar" un poquito de Latín al exterior y mostrar que el mundo clásico tiene mucho que aportar y que no ha perdido actualidad. Siempre hemos tenido que luchar por demostrar lo que a otras materias se les supone. Por eso cualquier propuesta ha encontrado en el Departamento de Latín apoyo entusiasta y hemos participado en  cuanto se ha organizado, ya fuera para san Valentín o Carnaval, por el Día del Libro o de la Mujer. Hemos vestido con togas a nuestros alumnos y los hemos incrustado en cuadros prerrafaelitas; los hemos encerrado en un escape room y hemos organizado una boda"a la romana"; hemos participado  en los premios Princesa de Asturias y los de Teatro Grecolatino;  hemos llenado el instituto de latinismos de colores y de carteles con lecturas de miedo... y en el Jimena siempre hemos encontrado reconocimiento y colaboración por parte de los compañeros y de los equipos directivos (de los tres con los que aquí me ha tocado trabajar). Los ordenanzas, el personal de Secretaría, el de limpieza... todos nos han echado una mano en algún momento y siempre con una sonrisa. Este último año, además, he tenido la suerte de colaborar con el grupo de dinamización de la biblioteca y no ha podido ser más gratificante. Se han sacado adelante muchos proyectos y el trabajo, con un compañerismo envidiable, no se ha detenido ni siquiera durante la cuarentena. Mi reconocimiento y apoyo por siempre.

En este centro he tenido alumnos magníficos y compañeros admirables; echo mucho de menos a algunos de los que ya no están y pronto os añoraré también a vosotros, a los que ahora os quedáis defendiendo el fuerte.  Con vosotros he "sufrido" evaluaciones y reuniones sin fin, pero también he disfrutado de charlas y proyectos y de esos cafés que, aunque aprisa y corriendo, se convirtieron en imprescindible terapia de grupo para mantener la cordura algunas mañanas de locos. Espero repetirlos de vez en cuando, aunque ya os espere fuera y no pueda oir cómo Andrés nos desea feliz Navidad al comenzar todos los recreos del curso. 

Este último trimestre no ha sido fácil para nadie. Mi media jornada ha mutado con el virus y se ha quintuplicado, como la de todos. Nos hemos convertido en modernos espartacos, encadenados a una silla frente a una pantalla desalmada que absorbe energía  y solo devuelve un reflejo cada vez más ojeroso y pálido; una versión actualizada de Drácula, mi mayor pesadilla infantil. 
Me gusta el trato directo con los alumnos, charlar con mis compañeros y reírme o llorar con ellos sin distancia ¿de seguridad? y sin mascarillas que oculten una sonrisa o un gesto de desacuerdo. Pero estas circunstancias no parecen pasajeras y la posibilidad de que se instalen de modo definitivo en la enseñanza hace que me alegre de jubilarme ya; es un buen momento, no tengo ninguna duda. Lo tenía decidido desde antes, pero nunca la palabra "desconectar" me había parecido tan necesaria como ahora. 

Si algún día los políticos (esos que dicen "el ratio" y "detrás mío" sin rubor, pues nada es tan osado como la ignorancia) dejan de pelearse en el fango para luego gastarse el dinero de todos en lavar sus trajes, tal vez descubran que la educación es la mejor inversión, que la enseñanza pública no tiene precio, tiene un valor incalculable. Creo que ahí radica el problema principal: en confundir precio y valor y, muy especialmente, en no entender que es fundamental cuidar al cuidador. Exigirle mucho y apoyarle poco, achacarle todos los males y dejarle indefenso a la mínima contrariedad no es un ejemplo de buena gestión. No es justo, ni siquiera es inteligente.

En fin, deseo de corazón que la sociedad reconozca en lo que vale el esfuerzo que hacéis día a día; que la Administración deje de contar monedas y pedir papeles, para pediros opinión y contar con vosotros. Y, por supuesto, que los alumnos y sus familias os vean como lo que sois: su mejor apoyo, su garantía de un futuro mejor. El esfuerzo de estos meses no ha recibido aplauso público, pero lo habría merecido, porque ha sido titánico y ejemplar. Cristina nos ha transmitido ese reconocimiento en muchas de las reuniones de la CCP y eso nos ha reconfortado y animado a seguir, pero habría estado bien que desde otras instancias también lo hubieran hecho. Quizá aún no sea tarde y llegue finalmente.

Sois profesores porque os preocupan los demás, porque queréis mejorar el presente y el porvenir. No os dedicaríais a esto si no fuera así. Por eso me ha resultado tan fácil estar aquí y sentirme a gusto. He tenido mucha suerte, me ha ido bien: me llevo buenas experiencias y buenos amigos.

Ha sido un placer. Gracias.
Mucho ánimo y salud.

P.D.: Os debo un abrazo. Ni virtual ni virtuoso. Uno sincero y cálido.



6 comentarios:

  1. Desde la distancia real que marca este mundo virtual, mi más sincero y respetuoso reconocimiento. Siempre con discreción, siempre eficiente, siempre cariñosa, siempre sonriente, siempre tan... humana.
    Mariluz, te echaremos de menos.
    Un abrazo y disfruta de y con júbilo.
    Javier

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  2. Siempre tan... afortunada. Por vosotros.
    Gracias, Javi.

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  3. Gratias tibi ago, magistra, collega et amica!

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    1. A ti, Alba, por tu colaboración y, sobre todo, por tu amistad.

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  4. Que bien escribes!!! se nota la influencia de los clásicos. Te echaré de menos en el pasillo derecho de la cuarta planta y también a esas maravillosas ideas que tenías siempre y sobre todo gracias por esa sempiterna sonrisa que nos regalabas cada día. Nos veremos compañera

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    1. Cómo no sonreir con vecinas como tú, Oliva. Mantén el coraje, el humor y las buenas vibraciones; no es fácil, pero tú sabes cómo hacerlo. Nos vemos pronto.

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